Que no me toquen las narices

Arturo Fernández vuelve a ser elegido, por unanimidad, presidente de la CEIM (Confederación Empresarial de Madrid-CEOE) durante otros cuatro años. Van ocho y serán doce, si es que logra terminar. Un presidente de los empresarios madrileños imputado por el caso Bankia y que se sabe rodear de lo "mejorcito", aunque a él, directamente, nunca le afecte nada. Ni el escándalo de los cursos de formación, aunque se detuviera a Alfonso Tezanos, su "hombre fuerte", que negó que lo fuera. ¡Qué aguante tiene este señor! Bueno, este señor y quienes le han votado.

Como España tenga que levantar cabeza con esta representación del tejido empresarial, apañados vamos.Y todavía había que oírle decir "Que no me toque las narices", refiriéndose a Hilario Alfaro, su oponente a la presidencia.

Menos mal que tanta oscuridad empresarial e invernal se ha paliado algo con el adelanto de una hora. ¡Una hora más de luz natural! Con las tarifas de las hidroeléctricas que gasta este país (de las más caras de la Unión Europea) se tendría que adelantar no una, sino ocho horas.

Sin luz, sin formación, sin autopistas (que también tendremos que pagar, si nadie lo remedia, por mucho que diga Ana Pastor, la ministra de Fomento). A ver si la Hora del Planeta -el nombrecito de la campaña se las trae- era una avanzadilla de La guerra de los mundos que recreó Orson Welles y resulta que todo es una burda patraña (como la del émulo Évole).

Lo que no es una patraña son los afiladores que han vuelto a las calles de Madrid, digno de estudio sociológico, y las palabras de Ana Botella que, con la excusa de regular las manifestaciones, dice que éstas "han tomado como rehenes a los madrileños y a quienes nos visitan".

Y luego hay que tener la santa paciencia de oír que a casi la mitad de los parados les falta formación, pues venga cursos para que se lo lleve ¿quién? ¡Que no me toquen las narices!
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