Ana Mato no ha dimitido, la "han dimitido". Hay quien tiene por costumbre encubrir lo infumable con un lenguaje políticamente correcto, algo así como el "finiquito en diferido" a lo Cospedal. Una forma delicada de hacerla desaparecer del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, que no del Congreso de los Diputados, y agradecerle en el BOE los servicios prestados ¿? A ver quién se cree, con los precedentes de la susodicha, que voluntariamente haya renunciado a su cargo.
A Ana Mato la han cesado, destituido como ministra. Vamos, que la han invitado a irse por el bien de sus correligionarios -no de la salud de los españoles-, aunque deberían saber que un garbanzo no hace cocido...
Los matices, poco perceptibles, son trascendentales para entender actitudes inexplicables y apreciar con claridad el enmascaramiento. El caso es que ya estaban tardando. Eso sí, como diputada no nos la hemos quitado de encima.
Y ya puestos con exministras nefastas, sanidades a flor de piel y otros matices parece que Teresa Romero, la auxiliar de enfermería, que superó el virus del ébola, de lo que todos nos alegramos, ha anunciado su primera entrevista en directo en un plató de televisión.
La misma Teresa Romero que en Becerreá, su pueblo, decía sobre la presión mediática que no lo llevaba bien, y la misma que se dirigía a los medios allí apostados, diciendo: "Yo era una persona normal y corriente; lo sigo siendo, eh". Pues será cuestión de matices, lo de menos es si cobra o no.
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Matices, ese pequeño o gran matiz es la diferencia entre las cosa bien o mal hechas.
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