sábado, 27 de diciembre de 2014

La misteriosa dama del metro

Un día cualquiera en un andén de metro a las 7:35 horas. Repleto de "pastorcillos" adormecidos, que despliegan una capacidad inusitada para protagonizar apresuradas carreras cuando ponen el pie en la parada de destino, escaleras arriba, abajo, acelerando el paso en cualquier dirección. Ansiosos por llegar al "portal de belén", cada uno al suyo.

En el vagón, cuatro o cinco "estrellas de oriente", fulgurantes, en manos de sus "seguidores", con mensajes extensos que leen, la mayoría, con avidez, página a página; excepto una "pastorcilla" que, durante todo el trayecto, mantiene el e-book sin orientación ni guía. Hay más estrellas en el interior, satélites, con mensajes intermitentes a temprana hora. Todos expectantes ante cualquier "buena nueva".

Arriba, en uno de los vestíbulos de múltiples intercambios de línea, al lado de una máquina expendedora de billetes, espera un "rey mago", no tres, siempre el mismo. De más que mediana edad, no lleva capa ni turbante. Con gorra de pana marrón, cazadora del mismo color, también pendiente de mensaje, éste con llamada. A la espera de buenas nuevas, las mismas u otras. El día que le sonó se le oía como si hablara con las dos majestades que faltaban por llegar de oriente.

Un día cualquiera en un andén de metro a las 7:35 horas, repleto de "pastorcillos" acelerados, nadie parece reparar en la mujer sentada en el banco al final del andén, donde el tren no llega, y donde el tiempo tampoco. Con saya larga parda y capa corta más oscura, la capucha le cubre la cabeza; sobre sus manos, abiertas de par en par, sostiene un libro, que reposa sobre su regazo. Fuera del tiempo, con la cabeza inclinada sobre la lectura.

Al pasar el tren no acerté a vislumbrar ni un ápice de su rostro, sólo su porte de misteriosa dama, anacrónica, en un andén de metro. Y sigo sin ubicarla...
© 2014

2 comentarios:

  1. Muy lindas palabras, gracias por compartirlas!

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  2. Posiblemente su rostro no sea lo más importante, sino como muy bien das a entender, el misterio que la aisla del pastorilleo vespertino de la gente normal.

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