Si interés, y mucho, habían despertado las elecciones griegas, el resultado no ha sido menos. Todos, en mayor o menor grado, se han convertido en "observadores" de los comicios griegos.
Se analiza al detalle el programa de Syriza, se desgranan las medidas prioritarias del primer ministro Alexis Tsipras (renegociar la deuda, subir el salario mínimo, luchar contra la corrupción, el paro, detener las privatizaciones). Se critica la ausencia de mujeres en el nuevo Gobierno, la rapidez de su formación, la velocidad a la que se ha convocado el primer Consejo de Ministros, sorprende su ministro de economía Yanis Varoufakis, se duda de la viabilidad... Cualquier movimiento se escruta para bien y para mal.
La fórmula, grosso modo, parece simple: "ni un griego sin ayuda, sin comida, sin electricidad" y reformas para acabar con un "Estado que funcionaba en contra de la sociedad", ha dicho Tsipras en su primer discurso.
Mientras Grecia se renueva y arriesga, en España seguimos oyendo decir a Rajoy perogrulladas como "gobernar es difícil", a Susana Díaz "voy a tener un niño y un Gobierno" y hasta a Pablo Iglesias repetir la coletilla, no muy acertada, de "tic tac"; aunque tal vez se debiera al soplo del oráculo de Delfos respecto a los relojes de 12.000 euros con que Caja Madrid obsequió a sus consejeros.
Quién sabe, los designios de Delfos y de los españoles son inescrutables... hasta para los sondeos.
© 2015
Lo de Grecia se veía venir y lo de España se está acercando, aunque dicen las malas lenguas que Grecia no es España. Eso lo saben hasta los niños de la guardería, el problema es que en cuanto a corrupción no se llevan tanto. Saludos.
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